Únete con nosotros el viernes 26 de enero en la proyección de La sal de la tierra (Salt of the Earth), una película dramática de 1954 realizada por un equipo de cineastas de Hollywood incluidos en la lista negra, sobre la difícil situación de los trabajadores mexicano-americanos explotados.
La sal de la tierra (Herbert J. Biberman, 1954)
La sal de la tierra cuenta la historia de un grupo de mineros mexicanoamericanos y su lucha por mejorar sus condiciones laborales y lograr la igualdad salarial con sus compañeros no chicanos. También es la historia de las mujeres de los mineros, quienes toman las riendas de la huelga cuando sus maridos reciben una orden judicial que les prohíbe continuar. Serán ellas las que valientemente mantengan la protesta, mientras que ellos se verán obligados a asumir las labores domésticas de sus hogares. Es un alegato a favor la resistencia colectiva y la lucha por la dignidad y el cambio. Es una película única, no sólo por su tema, una huelga liderada por familias latinas en Estados Unidos en la década de 1950, sino también por la complejidad de sus personajes. El filme trajo a la gran pantalla personajes mexicanoamericanos tridimensionales y de gran profundidad, y puso en primer término la lucha trabajadora de un grupo de mineros. Sin embargo, las verdaderas heroínas de la historia son las mujeres de los mineros, lideradas por Esperanza, interpretada brillantemente por Rosaura Revueltas.
La película está dirigida por Herbert J. Biberman, producida por Paul Jarrico y escrita por Michael Wilson, todos ellos en la lista negra en el momento su producción. Éste iba a ser su gran proyecto cinematográfico, cuando aún tenían la esperanza de poder sortear las limitaciones feroces impuestas por la caza de brujas en Hollywood. Lo cierto es que el simple hecho de que consiguieran completar el filme tiene algo de milagroso, teniendo en cuenta las enormes dificultades a las que se tuvieron que enfrentar: la hostilidad de Hollywood, acoso gubernamental, amenazas y actos violentos por parte de lugareños armados e incluso la deportación de la estrella de la película, Rosaura Revueltas. A pesar de todo el ello, el resultado es una obra cinematográfica fascinante, producida independientemente, rodada en el paisaje singular de Nuevo México, pro-derechos laborales y pro-comunista; además de su carácter multicultural y feminista, antes de que estos términos fueran populares. Actualmente es una película de culto y en 1992 la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos la seleccionó para su Registro Nacional de Cine.
Join us on Friday, January 26th for a screening of Salt of the Earth, a 1954 drama film by a team of blacklisted Hollywood film-makers, about the plight of exploited Mexican-American workers.
Salt of the Earth is a drama that follows a group of Mexican-American miners in their fight for improved safety conditions and pay equity with their Anglo-American counterparts. It is also the story of the miners’ wives, who courageously step in when the union’s picket line is met with a federal injunction, making the men take up domestic chores while the women picket. It is a story about community-based resistance and the struggle for dignity and change. It is a film unlike any other, not just because of its plot – centered around a strike led largely by Latino families in the 1950s – but also because of the depth of its characters. This film brought well-developed, three-dimensional Mexican-American characters to the big screen, as well as the plight of blue-collar workers. However, it is the women who share their lives who are the true heroines of the story, led by Esperanza, played by a magnificent Rosaura Revueltas.
The film was directed by Herbert J. Biberman, produced by Paul Jarrico, and written by Michael Wilson, all of whom were blacklisted at the time. This was their grand film project, made when they still had hopes of breaking through the fierce constraints of the Hollywood witch-hunt. It is nothing short of a miracle that it was completed considering the monumental odds it faced: Hollywood’s hostility, government harassment, threats and interference by local, armed vigilantes, and the deportation of its star, Rosaura Revueltas. The result is a fascinating work of cinema, independently-produced, pro-labor and pro-Communism. It is multicultural and feminist in character, long before such terms were common, and it was shot on location in the rugged landscapes of New Mexico. It is now a cult movie and was selected for the National Film Registry of the Library of Congress in 1992.